Founder Center for Cultural Transformation and Leadership. Speaker Internacional&Consultora&Coach Senior&Formadora&Docente Postgrado
April 23, 2025
Vivimos en una era en la que el conocimiento y las habilidades ya no son algo que se adquiere una vez y para siempre, sino que se convierten en un proceso continuo, un viaje sin fin de descubrimiento y crecimiento. En este escenario, el aprendizaje deja de ser un mero acto académico o una obligación de corto plazo, para transformarse en una herramienta poderosa que no solo asegura nuestra capacidad de adaptarnos, sino que se convierte en el eje sobre el que gira nuestra capacidad de prosperar. Este proceso, al que nos enfrentamos hoy, tiene un nombre: aprendizaje consciente. Ya no basta con adquirir información; ahora necesitamos aprender a aprender, ser conscientes de cómo adquirimos conocimientos, de qué manera nos preparamos para los desafíos del futuro y, lo más importante, entender el impacto emocional que esto tiene en nosotros.
Cada día que pasa, las demandas del mercado laboral, las transformaciones sociales y las expectativas de las nuevas generaciones de trabajadores se redefinen. Las carreras profesionales ya no se construyen sobre la estabilidad de una sola habilidad o rol, sino que se fundamentan en una capacidad de adaptación constante. Aquí es donde entra el concepto de empleabilidad sostenible. Este no se refiere simplemente a la habilidad de conseguir empleo, sino a la capacidad de mantenerse relevante y valioso en un mundo que no para de cambiar. Para lograrlo, no basta con responder a las demandas del presente; hay que mirar hacia el futuro y construir una mentalidad capaz de enfrentar la incertidumbre, la automatización y los avances tecnológicos con creatividad, pasión y perseverancia.
El aprendizaje consciente no es una opción, es una necesidad. En una era donde la automatización y las inteligencias artificiales están redefiniendo industrias completas, se nos presenta un reto claro: aprender a aprender. Esto requiere de una nueva forma de entender el conocimiento, en la que lo emocional juega un papel tan importante como lo cognitivo. Las emociones, la motivación, la perseverancia y la pasión se entrelazan en este proceso, haciendo del aprendizaje algo más que una simple tarea intelectual. En este artículo, exploraremos cómo el aprendizaje consciente se convierte en la piedra angular de la empleabilidad sostenible, cómo las emociones juegan un rol crucial en este proceso y por qué hoy más que nunca es necesario cuestionarnos: ¿Cómo estamos aprendiendo y, sobre todo, cómo podemos aprender conscientemente?
El papel de las emociones en el aprendizaje
Cuando hablamos de aprendizaje, no podemos obviar el impacto de las emociones en el proceso. Las emociones no solo influyen en nuestra motivación, sino también en nuestra capacidad para asimilar y retener el conocimiento. En el contexto de la empleabilidad sostenible, esta es una variable crítica. Si el aprendizaje no es emocionalmente significativo, es probable que los esfuerzos por adquirir nuevas competencias no sean efectivos a largo plazo.
Angela Duckworth, autora de Garra: El poder de la pasión y la perseverancia, enfatiza la importancia de la persistencia y la pasión en el aprendizaje. Según Duckworth, el talento puede ser importante, pero lo que realmente diferencia a quienes tienen éxito en la vida es la «garra»: esa mezcla de perseverancia y pasión. Esto es especialmente relevante cuando consideramos que las habilidades técnicas y blandas que hoy son necesarias en el mercado laboral serán completamente diferentes en el futuro cercano. Sin pasión, sin un vínculo emocional con lo que aprendemos, el proceso se vuelve mecánico y poco duradero.
No se trata solo de adquirir información o habilidades, sino de conectar emocionalmente con el proceso de aprendizaje, de sentir un propósito y de encontrar significado en lo que se hace. Así, las emociones habilitadoras del aprendizaje, como la curiosidad, el entusiasmo y el asombro, se convierten en poderosos motores de aprendizaje, que facilitan la adaptación y la superación de obstáculos.
Gloria Flores, autora y experta en el ámbito del aprendizaje consciente y la gestión emocional, en su obra «Aprender a aprender y la navegación de los estados de ánimo (la metahabilidad para la adquisición de habilidades)», propone una visión innovadora del proceso de aprendizaje, donde no solo se destaca la adquisición de conocimientos, sino también la importancia de gestionar los estados emocionales que impactan ese proceso. Según Flores, aprender no se trata únicamente de acumular información, sino de desarrollar una metahabilidad, entendida como la capacidad para manejar y regular las emociones y actitudes que afectan nuestra capacidad de aprender. Para ella, la metahabilidad es crucial porque permite a los individuos navegar a través de distintos estados de ánimo y, de esta forma, optimizar su proceso de aprendizaje. En su enfoque, el aprendizaje es un acto consciente, una habilidad que debe ser cultivada a través de la reflexión y la autoobservación, reconociendo que el bienestar emocional y la conciencia de uno mismo son fundamentales para alcanzar el verdadero potencial en la adquisición de nuevas habilidades.
La empleabilidad sostenible: una cuestión de competencias múltiples
La empleabilidad sostenible no es simplemente una cuestión de tener un conjunto de habilidades técnicas y profesionales que se puedan aplicar de manera fija y definitiva en el tiempo. En la era actual, un entorno caracterizado por su volatilidad y constante transformación, ya no basta con poseer una habilidad estática que garantice un puesto de trabajo seguro por toda la vida. La clave para asegurar una empleabilidad a largo plazo reside en la capacidad para desarrollarse de manera continua, tanto en habilidades técnicas como en aquellas habilidades más intangibles, pero igualmente esenciales: las habilidades blandas. Estas últimas incluyen competencias como la adaptabilidad, la colaboración, la creatividad, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional. Este nuevo enfoque exige una mentalidad dinámica, flexible y dispuesta a aprender no solo el conocimiento relevante del presente, sino también a anticipar y adaptarse a las demandas del futuro.
En este contexto, el concepto tradicional de formación, en el que se obtenía una titulación o certificado y se esperaba que con ello se pudiera asegurar un empleo estable, queda obsoleto. La empleabilidad sostenible no se basa únicamente en los logros académicos previos, sino en la capacidad para aprender, desaprender y volver a aprender constantemente. Este proceso de aprendizaje continuo es fundamental, ya que las competencias requeridas para un empleo o una carrera pueden cambiar en cuestión de meses o incluso días. Por ejemplo, el surgimiento de nuevas tecnologías, cambios en los modelos de negocio o transformaciones sociales obligan a los profesionales a actualizarse permanentemente, adaptando sus conocimientos y habilidades a las nuevas circunstancias.
Además, no se trata solo de la adquisición de nuevas habilidades, sino de un proceso de crecimiento personal y profesional que requiere un enfoque emocionalmente saludable. Los espacios emocionales para el aprendizaje, como señala Mitchel Resnick en su obra Jardín de infancia para toda la vida, juegan un papel crucial en este proceso. Estos espacios permiten que los individuos no solo accedan a información, sino que también tengan la oportunidad de experimentar, equivocarse, reflexionar sobre sus errores y aprender de ellos. La creación de entornos emocionales seguros, en los que los fracasos no sean vistos como una barrera sino como una oportunidad de aprendizaje, es vital para fomentar una mentalidad resiliente y una mayor capacidad para adaptarse a las transformaciones constantes.
La colaboración es otra competencia central en el mundo laboral actual. La habilidad para trabajar de manera efectiva con personas de diferentes contextos y herramientas es fundamental. La colaboración no solo se trata de habilidades técnicas para trabajar en equipo; también está íntimamente relacionada con cómo los individuos se sienten en esos entornos colaborativos. La interacción efectiva requiere un ambiente de confianza, respeto mutuo y escucha colaborativa, donde cada miembro del equipo se sienta valorado y escuchado. Un espacio de aprendizaje emocionalmente seguro facilita precisamente esto: la capacidad de compartir ideas, trabajar en proyectos conjuntos, resolver conflictos de manera constructiva y, lo más importante, seguir aprendiendo y evolucionando como grupo.
Por tanto, la empleabilidad sostenible no se limita a un conjunto de habilidades predefinidas que un individuo pueda adquirir durante su vida laboral. Más bien, se basa en la capacidad de aprender y adaptarse a lo largo de toda la vida, de desarrollar competencias técnicas y blandas, y de crear espacios de aprendizaje que fomenten el crecimiento emocional y profesional. Solo cuando estas dimensiones se combinan de manera armónica, las personas pueden prosperar en un entorno tan dinámico y cambiante como el que vivimos hoy en día.
Decisiones para aprender en el mundo de hoy
Actualmente, la información es omnipresente y las demandas para mantenerse actualizado nunca cesan, tomar decisiones informadas sobre el aprendizaje se ha vuelto más importante que nunca. El aprendizaje consciente no es un acto al azar, sino un proceso deliberado que implica una profunda reflexión sobre qué aprender, cómo aprenderlo y, quizás lo más importante, por qué aprenderlo. En este entorno saturado de datos y conocimientos en constante expansión, somos nosotros quienes debemos determinar qué competencias, habilidades o conocimientos son verdaderamente relevantes para nuestro desarrollo personal y profesional. El desafío radica en identificar aquellas que no solo se alinean con las demandas inmediatas del mercado laboral, sino que también contribuyen a nuestro bienestar integral y nuestra capacidad para impactar positivamente en la sociedad.
La sobreabundancia de información en la era digital nos plantea una encrucijada: ¿Cómo decidir qué aprender cuando todo parece igualmente urgente o importante? Aquí entra en juego la necesidad de una visión más amplia. Aprender no debe ser solo un medio para acceder a un empleo, sino una forma de enriquecer nuestras vidas, de expandir nuestras capacidades y de generar un sentido profundo de propósito. Las decisiones sobre qué aprender deben, por lo tanto, ir más allá de las exigencias inmediatas del mercado laboral. Necesitamos considerar cómo cada nueva habilidad que adquirimos contribuye a nuestro propósito personal, a nuestro desarrollo integral y a nuestra capacidad para generar un cambio significativo en el entorno en el que vivimos.
En este sentido, el aprendizaje consciente nos invita a explorar nuestras pasiones, a guiarnos por nuestra curiosidad natural y a comprometernos con la mejora continua. El conocimiento no es algo que se agote con una formación o un curso, sino un proceso que se expande a lo largo de la vida, que se nutre de la experiencia, de las preguntas que nos hacemos y de las respuestas que descubrimos. La verdadera clave de este aprendizaje es no solo aprender lo que es útil para nuestro trabajo o para cumplir con un rol, sino también preguntarnos cómo ese conocimiento contribuye a nuestro sentido de identidad y propósito en el mundo.
Aquí es donde el concepto de «garra» de Angela Duckworth cobra relevancia. Como ella señala en su libro Garra: El poder de la pasión y la perseverancia, el aprendizaje no siempre será sencillo ni inmediato, pero lo que realmente determina nuestro éxito es nuestra perseverancia. La pasión y la dedicación a un objetivo, a pesar de los obstáculos, son esenciales para mantenernos en el camino de la mejora continua. La pasión por aprender, por entender el mundo que nos rodea, y la perseverancia para seguir adelante a pesar de las dificultades, son dos fuerzas que nos impulsan a seguir creciendo a lo largo de nuestras vidas. El aprendizaje, entonces, no es solo un acto de acumular conocimiento, sino un compromiso emocional con nuestro propio desarrollo, que nos exige mantenernos enfocados y dedicados a lo largo del tiempo.
A medida que el entorno laboral se vuelve más cambiante, también lo hacen las exigencias sobre lo que significa ser competente, ser valioso en el mercado laboral y, sobre todo, ser capaz de contribuir de manera efectiva en el futuro. La adaptabilidad, la resiliencia y la capacidad de aprender de manera continua se han convertido en las competencias clave de la empleabilidad del futuro. En este contexto, el aprendizaje consciente no solo nos prepara para los desafíos profesionales, sino que también nos permite navegar las complejidades emocionales que surgen al enfrentar el cambio. Al tomar decisiones más informadas sobre qué aprender y por qué hacerlo, podemos fortalecer nuestra capacidad para enfrentar la incertidumbre con confianza y optimismo.
Consciente de mis emociones: Espacios emocionales que predisponen al aprendizaje
Las emociones juegan un papel fundamental en el proceso de aprendizaje, ya que, son las que determinan nuestra disposición y capacidad para adquirir y retener conocimientos. Un entorno donde predominen la curiosidad, el interés y la motivación, favorece la apertura mental y facilita la absorción de nuevas ideas. Por el contrario, un entorno marcado por la ansiedad, el miedo al fracaso o la falta de confianza, puede bloquear nuestra capacidad de aprender, haciendo que los desafíos se perciban como amenazas en lugar de oportunidades. Es aquí donde los espacios emocionales juegan un papel crucial. Estos espacios no solo se refieren al entorno físico, sino también al clima emocional que creamos para el aprendizaje. Según Mitchel Resnick, el aprendizaje ocurre de manera más efectiva cuando las personas se sienten seguras, apoyadas y valoradas. Estos espacios deben ser abiertos, donde se permita la exploración, el error y la autonomía, y donde las emociones positivas, como la alegría del descubrimiento y la satisfacción del logro, se conviertan en fuentes de motivación para seguir aprendiendo. Un espacio emocionalmente seguro permite que los individuos se enfrenten al aprendizaje con una actitud positiva, siendo capaces de superar frustraciones y persistir en su desarrollo, lo que a su vez favorece una mayor resiliencia y un aprendizaje más profundo y duradero.
El aprendizaje consciente no solo se trata de adquirir nuevas habilidades o conocimientos técnicos, sino de cómo nos conectamos emocionalmente con el proceso de aprendizaje. En un mundo cada vez más impredecible y dinámico, las emociones juegan un papel esencial en nuestra capacidad de aprender de manera efectiva y sostenible. La curiosidad, la motivación intrínseca, la pasión y la perseverancia son los motores emocionales que impulsan nuestro deseo de aprender, incluso cuando los desafíos parecen abrumadores. Cuando nuestras emociones están alineadas con lo que estamos aprendiendo, somos más resilientes, más adaptables y capaces de mantener el compromiso con nuestro crecimiento a largo plazo.
Es precisamente en los espacios emocionales donde el aprendizaje se convierte en una experiencia transformadora. Según Mitchel Resnick, estos espacios no solo deben ser físicos, sino también emocionales, donde podamos sentirnos seguros para experimentar, equivocarnos y aprender de nuestros errores sin miedo al juicio. El aprecio por el proceso, la autocompasión frente a los fracasos y la alegría del descubrimiento son emociones que predisponen nuestra mente a aprender mejor, a retener el conocimiento y a adaptarnos a nuevas situaciones.
En este sentido, la clave de la empleabilidad sostenible radica en mantener una relación emocional saludable con el aprendizaje. No es suficiente con adquirir competencias de forma automática; el verdadero poder de aprender radica en estar emocionalmente comprometidos con lo que hacemos. El propósito y la pasión por aprender no solo nos permiten mantenernos relevantes en el mercado laboral, sino que también nos otorgan la resiliencia necesaria para enfrentar cualquier adversidad. Al cultivar estas emociones en nuestro proceso de aprendizaje, no solo garantizamos nuestra adaptabilidad en un mundo cambiante, sino que también aseguramos nuestra capacidad para contribuir de manera significativa y auténtica al entorno que nos rodea.
El aprendizaje consciente, guiado por nuestras emociones más profundas, es el fundamento de una empleabilidad sostenible en el futuro. Al integrar la pasión, la curiosidad y la perseverancia en nuestro proceso de aprendizaje, nos preparamos no solo para sobresalir en nuestras carreras, sino también para vivir de manera más plena, consciente y conectada con el mundo que estamos ayudando a transformar.
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