La transición de una era de la obediencia a una de colaboración representa un cambio estructural en la forma en que las sociedades y las organizaciones abordan los desafíos del desarrollo sostenible. Este cambio no solo implica una modificación en las prácticas y políticas, sino que también altera profundamente las dinámicas de poder y las relaciones interpersonales dentro de las comunidades y las instituciones. Se trata de un cambio en los fundamentos de todo nuestro quehacer, donde la jerarquía rígida y la autoridad unilateral son reemplazadas por enfoques más horizontales y participativos. En esta nueva era, la colaboración se convierte en la piedra angular para alcanzar objetivos comunes, fomentar la innovación y garantizar que las soluciones sean inclusivas y sostenibles a largo plazo. La implicación activa de todos los actores, desde ciudadanos hasta líderes empresariales y gubernamentales, es esencial para construir un futuro resiliente y equitativo. Este cambio de paradigma no sólo promueve una mayor eficiencia y eficacia en la resolución de problemas, sino que también fortalece el tejido social, fomentando la confianza, el respeto mutuo y un sentido compartido de responsabilidad hacia el bienestar colectivo y el medio ambiente.
LA TRANSICIÓN DE ERA
La era moderna es la era del hacer y del conocer, donde las capacidades humanas y tecnológicas abren nuevas puertas a la acción. La era post-moderna es la era del entendimiento, donde reconocemos y entendemos que podemos realizar cualquier cosa que imaginemos dentro del ámbito relacional. Sin embargo, aunque somos conscientes de las consecuencias de nuestras acciones, a menudo no actuamos en coherencia con ese conocimiento, lo que nos lleva al malestar debido al apego al poder y la omnipotencia.
Desde este reconocimiento, emerge la era post-post-moderna, la era de la conciencia ética. En esta era, comprendemos que nuestro conocimiento nos obliga a actuar. Somos conscientes de que ignorar lo que sabemos es no respetarnos a nosotros mismos y a los demás. La era post-post-moderna se caracteriza por la acción basada en un conocimiento y entendimiento profundos, comprometidos con la conducta ética en nuestro vivir y convivir.
Esta situación nos lleva a una acción-reflexión ética en la que los seres humanos no pueden escapar de la conciencia y responsabilidad de sus conductas.
En este contexto, formas de relaciones humanas como el liderazgo y management actual pierden sentido. Así, surge el concepto de Liderazgo colaborativo y Management colaborativo, que permite a las personas ser partícipes activos y creativos de las conversaciones de generación y realización de proyectos comunes y puedan participar en la consecución de resultados sostenibles y del bien-estar individual y colectivo.
TRANSICIÓN DEL MANAGEMENT
Históricamente, muchas sociedades y organizaciones se han basado en estructuras jerárquicas donde la obediencia a la autoridad era fundamental. En este contexto, se valoraba la disciplina, la conformidad y el cumplimiento de órdenes como medios para mantener el orden y la eficiencia. Las características de esta cultura de la obediencia incluyen una jerarquía rígida, en la que las decisiones se toman desde la cima y se transmiten hacia abajo sin retroalimentación; conformidad y control, donde se espera que los individuos sigan las reglas y procedimientos establecidos sin cuestionarlos; y un liderazgo autoritario, en el que los líderes ejercen un control centralizado y toman decisiones unilateralmente.
“Como dice Milgram, la persona subordinada siente orgullo o vergüenza, dependiendo de lo bien que haya realizado las acciones exigidas por la autoridad… El superego pasa de una evaluación de la bondad o la maldad de los actos a una valoración de lo bien o mal que uno funciona dentro del sistema de autoridad” – Stanley Milgram, psicólogo graduado de la Universidad de Harvard que condujo los experimentos del mundo pequeño y el experimento de Milgram sobre la obediencia a la autoridad.
Una CULTURA COLABORATIVA se basa en una dinámica relacional basada en la CONFIANZA y MUTUO RESPETO, en donde los miembros de la organización se sienten incluidos en los distintos ámbitos en que participan.
Esta evolución es impulsada por la creciente complejidad de los desafíos globales y la necesidad de enfoques más inclusivos y multifacéticos. Las características de esta cultura de colaboración incluyen ESTRUCTURAS FLEXIBLES, fomentando la DIVERSIDAD de PENSAMIENTO y la EXPERIMENTACIÓN como medios para encontrar soluciones innovadoras; y un liderazgo colaborativo, donde los líderes actúan como facilitadores de contextos para que los miembros del equipo cumplan sus promesas dentro de un marco de un propósito compartido.
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Esta célebre frase de Arquímedes de Siracusa ilustra el principio de la palanca, una de las máquinas más simples y efectivas jamás creadas, que permite multiplicar la fuerza humana para lograr grandes resultados. Este concepto físico se puede trasladar al ámbito empresarial, donde es crucial identificar las herramientas y los puntos de apoyo adecuados para relacionarse con retos complejos. LA COLABORACIÓN EMERGE COMO UNA DE LAS HERRAMIENTAS MÁS PODEROSAS DE NUESTRA SOCIEDAD PARA ABORDAR LOS DESAFÍOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE. Compartir objetivos comunes centrados en las personas y el planeta genera sinergias que nos acercan a un futuro más justo, inclusivo y sostenible. Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es esencial forjar alianzas entre diversos actores globales, incluyendo gobiernos, sector privado y sociedad civil. Sin embargo, se ha prestado poca atención a las alianzas sectoriales, que promueven la cooperación entre organizaciones del mismo sector para enfrentar desafíos compartidos.
Colaborar implica ser parte de una promesa compartida y requiere un firme compromiso con el bienestar de las partes y los resultados. Cuando una entidad o individuos deciden colaborar en un proyecto o desafío, asumen un compromiso real que debe ser medido y evaluado para asegurar que la promesa se cumpla plenamente. Para lograr la sostenibilidad, se necesita un alto grado de colaboración, lo que significa participar activamente, aportando nuestras capacidades y experiencia hacia el objetivo común que perseguimos. Lo anterior, sólo emerge en una dinámica relacional basada en la confianza y mutuo respeto. – Lorena Retamal
17, MUCHO MÁS QUE UN NÚMERO
La Agenda de Desarrollo Global al año 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyen una apuesta y un compromiso de cambio para construir un mundo mejor. En particular, los ODS representan un conjunto integrado de objetivos globales, voluntarios y de aplicación universal que buscan un equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible, con el propósito de alcanzar mayores niveles de bienestar en el mundo, orientados por el lema “NO DEJAR A NADIE ATRÁS”.
El Objetivo 17 busca revitalizar la cooperación global para el desarrollo sostenible. La Agenda 2030, de carácter universal, requiere la acción conjunta de todas las naciones, ya sean desarrolladas o en desarrollo, con el fin de asegurar que nadie se quede atrás. Para lograr esto, es esencial establecer alianzas entre gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.
DATOS Y CIFRAS – FUENTE: INFORME SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE 2023
- Los países en desarrollo se enfrentan a un aumento sin precedentes de los niveles de deuda externa tras la pandemia de COVID-19, agravado por desafíos como una inflación récord, un aumento de las tasas de interés, prioridades en competencia y una capacidad fiscal limitada, lo que pone de relieve la urgente necesidad de alivio de la deuda y asistencia financiera.
- Si bien los flujos de asistencia oficial para el desarrollo (AOD) siguen alcanzando picos récord, el aumento en 2022 se atribuye principalmente al gasto en refugiados en los países donantes y a la ayuda a Ucrania.
- A pesar de que el acceso a Internet ha mejorado un 65% desde 2015, los avances en la reducción de la brecha digital se han ralentizado después de la pandemia. Se requieren esfuerzos sostenidos para garantizar un acceso equitativo a Internet para todos.
- Las tensiones geopolíticas y el resurgimiento del nacionalismo obstaculizan la cooperación y la coordinación internacionales, lo que pone de relieve la importancia de un impulso colectivo a la acción para proporcionar a los países en desarrollo la financiación y las tecnologías necesarias para acelerar la implementación de los ODS.
- Se estima que en 2022 el 66% de la población mundial (5.300 millones) utilizó Internet, frente al 40% (3.000 millones) en 2015. A nivel mundial, 259 millones más de hombres que de mujeres utilizaron Internet en 2022.
- En 2020, la financiación internacional para datos y estadísticas ascendió a tan solo 541 millones de dólares, lo que supone una disminución de más de 100 millones y 138 millones de dólares con respecto a los niveles de financiación de 2019 y 2018, respectivamente. Entre 2018 y 2020, la financiación de la AOD para datos se redujo en más del 20%.
- El comercio total de tecnologías ambientalmente racionales (EST) monitoreadas en 2020 fue de 2,364 billones de dólares, un aumento del 5% desde 2015.
LA PREGUNTA ES ¿CÓMO NOS TRANSFORMAMOS CONSCIENTEMENTE A NIVEL ORGANIZACIONAL PARA QUE LA COLABORACIÓN SEA NUESTRO TIMÓN?
Transformarnos conscientemente a nivel organizacional para que la colaboración sea nuestra salida sostenible implica adoptar prácticas respaldadas por datos cuantitativos y cualitativos. Según un informe de Forbes Insights, el 86% de los ejecutivos considera que la falta de colaboración y comunicación ineficaz son las principales causas de fracaso en el lugar de trabajo. Esto subraya la importancia crítica de cultivar una cultura colaborativa para mejorar el rendimiento organizacional.
Desde una perspectiva cuantitativa, las organizaciones que fomentan la colaboración tienden a ser más innovadoras y rentables. Según un estudio de la Universidad de Stanford, las empresas que promueven la colaboración entre equipos tienen un 33% más de probabilidad de alcanzar una rentabilidad superior a la media de la industria. Además, el informe de Deloitte sobre tendencias globales en capital humano destaca que las empresas con alta colaboración tienen un 30% más de posibilidades de ser rentables año tras año.
«La imposición busca la obediencia y la invitación genera colaboración» – Humberto Maturana.
Cualitativamente, la colaboración también fortalece la cohesión organizacional y mejora la satisfacción de los empleados. Según un estudio de Harvard Business Review, los equipos colaborativos reportan niveles más altos de satisfacción laboral y compromiso, lo que a su vez reduce la rotación de personal y aumenta la retención de talento clave.
Para lograr esta transformación, las organizaciones deben invertir en herramientas tecnológicas que faciliten la colaboración, como plataformas de gestión de proyectos y comunicación integrada. Un estudio de McKinsey revela que el uso efectivo de tecnología colaborativa puede aumentar la productividad y la eficiencia operativa hasta en un 20%.
Culturalmente, es crucial promover valores de transparencia, confianza y respeto mutuo, así lo señala Gallup, donde el 90% de los empleados indican que un ambiente de trabajo positivo y colaborativo es crucial para su compromiso y satisfacción.
Si pensamos en el mundo como nuestra gran organización global, la colaboración se convierte en el motor que impulsa el bienestar, el logro de los resultados y el progreso de toda la sociedad. En este contexto, la colaboración entre países, organizaciones internacionales y comunidades es fundamental para relacionarse con desafíos globales como el cambio climático, la pobreza y las crisis sanitarias. Esta colaboración no solo promueve un desarrollo equitativo y sostenible, sino que también fortalece la solidaridad global y la capacidad de responder de manera efectiva a los problemas emergentes.
Nos encontramos ante desafíos globales significativos y ningún sector productivo o actividad económica puede permanecer indiferente a las exigencias de la sostenibilidad. Dado que estos desafíos abarcan múltiples variables, es evidente que no se pueden lograr buenos resultados actuando solos o de manera aislada; es necesario fomentar la colaboración. Durante mucho tiempo, el paradigma económico fue la competencia, con la creencia de que conduciría a un crecimiento perfecto que beneficiaría a la mayoría. Sin embargo, se ha demostrado que, aunque puede mejorar la eficiencia en ciertos aspectos, la competencia no es suficiente para resolver los grandes problemas actuales. Ninguna organización puede, por sí sola, enfrentar la diversidad de problemas que requieren soluciones hoy en día.
EN UN MUNDO INTERCONECTADO, LA COLABORACIÓN SE ERIGE COMO LA ÚNICA VÍA EFECTIVA PARA ENFRENTAR LOS COMPLEJOS DESAFÍOS DE LA SOSTENIBILIDAD GLOBAL.