Liderazgo

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Fomentando la inteligencia generativa colaborativa para impulsar la innovación en entornos laborales

Escrito por Lorena Retamal

noviembre 20, 2024

Speaker Internacional & Formadora & Coach Senior & Consultora & Docente Postgrado

Founder & Director Center for Cultural Transformation and Leadership

El mundo laboral enfrenta un panorama cada vez más dinámico y desafiante. La inteligencia artificial (IA) está revolucionando industrias, automatizando procesos y redefiniendo competencias laborales. El cambio climático exige prácticas empresariales sostenibles, mientras que la globalización y la incertidumbre geopolítica intensifican la competencia y complejidad en los mercados.

Ante este escenario, la innovación ya no  es un diferenciador competitivo, es una necesidad crítica. Como afirmó Joseph Schumpeter, “el proceso de destrucción creativa es el hecho esencial del capitalismo”. Innovar implica romper con lo tradicional y construir algo nuevo que responda a los desafíos contemporáneos. Pero, ¿Cómo lograrlo? La respuesta radica en fomentar la inteligencia generativa colaborativa, una forma de trabajo que permite a los equipos generar soluciones originales y sostenibles basadas en la creatividad colectiva y el respeto mutuo.

MÁS ALLÁ DE LOS CONCEPTOS

En el contexto actual de entornos laborales dinámicos y llenos de incertidumbre, conceptos como inteligencia, generatividad y colaboración son herramientas clave para la construcción de culturas organizacionales resilientes e innovadoras. La inteligencia, entendida como la plasticidad conductual en un mundo cambiante, se convierte en la base para que los equipos aborden los  desafíos con flexibilidad y creatividad. Lo generativo, por su parte, nos recuerda que somos agentes activos en la construcción del futuro; nuestras decisiones y acciones de hoy moldean las oportunidades de mañana. Finalmente, la colaboración se posiciona como el puente que conecta estas capacidades, permitiendo que las ideas individuales evolucionen y prosperen en un marco de confianza y respeto mutuo.

Como reflexiona Humberto Maturana, “el ser humano es un ser social por naturaleza, y es en la colaboración y el cuidado mutuo donde emerge su capacidad para transformar el mundo de manera consciente”. En este sentido, la verdadera innovación no solo proviene de la creatividad individual, sino del proceso de co-creación en el que las personas aprenden a colaborar, compartiendo y generando nuevas perspectivas. Maturana nos invita a comprender que el cambio en bienestar, sólo es posible cuando nos relacionamos desde el  respeto mutuo, construyendo juntos una realidad más amplia y diversa. Así, cuando estas tres dimensiones —inteligencia, generatividad y colaboración— convergen en el entorno laboral, las organizaciones no solo sobreviven, sino que prosperan, transformando retos en oportunidades de innovación y crecimiento colectivo.

Según Howard Gardner, “la inteligencia no es un concepto, sino un conjunto de habilidades que nos permiten resolver problemas o crear productos valiosos en uno o más entornos culturales”.

En palabras de Otto Scharmer, “el futuro emerge a través de nuestras acciones colectivas en el presente; somos co-creadores del cambio que deseamos ver”.

Como señala Amy Edmondson, “la colaboración efectiva no es solo el resultado de reunir a personas talentosas, sino de construir un entorno donde puedan aprender unas de otras y tomar riesgos sin miedo al juicio”.

PLASTICIDAD CONDUCTUAL Y LA GENERACIÓN DE FUTUROS

En un contexto organizativo caracterizado por cambios rápidos e impredecibles, la plasticidad conductual permite a las empresas adaptarse a estos desafíos de manera proactiva. Este proceso no ocurre en aislamiento, sino que se construye colectivamente, generando nuevos futuros a través de nuestras decisiones, acciones y relaciones.

Pero, ¿desde qué fundamentos construimos esos futuros? Aquí, la colaboración es clave. Cuando las organizaciones operan desde la confianza y el mutuo respeto, generan entornos resilientes y altamente innovadores. La innovación, en este sentido, se convierte en una respuesta estratégica a los desafíos del macroentorno. Como expresó Peter Drucker:

LA INNOVACIÓN SEGÚN EL MANUAL DE OSLO

El Manual de Oslo (OECD, 2018) define la innovación como la implementación de un producto, proceso, método organizativo o modelo comercial nuevo o significativamente mejorado. Según este enfoque, la innovación puede clasificarse en cuatro tipos:

Para implementar innovaciones efectivas en las organizaciones, es crucial que las personas desarrollen un conjunto de habilidades fundamentales que les permitan pensar de manera creativa, desafiar el statu quo y colaborar en un entorno dinámico. Estas habilidades, destacadas por Dyer, Gregersen y Christensen en The Innovator’s DNA, son esenciales para fomentar la innovación en todos los niveles. A continuación, se detallan y amplían estas cinco habilidades clave:

1. Asociar: Conectar ideas aparentemente no relacionadas

La habilidad de asociar es uno de los pilares más poderosos de la innovación. Esta capacidad permite combinar conceptos, experiencias o conocimientos de diferentes áreas para generar nuevas ideas. Los innovadores tienen la habilidad de tomar elementos dispares y combinarlos de formas únicas, lo que a menudo lleva a soluciones creativas e inesperadas. Por ejemplo, la invención de la impresora 3D se basó en la integración de tecnologías de fabricación, diseño y software que, en un principio, parecían no tener conexión. Fomentar esta habilidad dentro de las organizaciones implica crear un entorno que valore la multidisciplinariedad y el pensamiento fuera de lo convencional.

2. Cuestionar: Retar el Statu Quo y explorar nuevas posibilidades

Cuestionar es una habilidad que involucra desafiar las ideas preestablecidas y las formas tradicionales de hacer las cosas. Los innovadores son personas que no aceptan lo que ya está dado; en lugar de eso, buscan maneras de mejorar o reinventar procesos, productos o servicios. Este tipo de mentalidad se puede fomentar mediante el establecimiento de un entorno donde se valore la curiosidad y se aliente la formulación de preguntas críticas. Como dijo Steve Jobs, “La innovación es decir no a mil cosas.” Al cuestionar el statu quo, los equipos pueden descubrir nuevas oportunidades y soluciones que antes no se habían considerado.

3. Observar: Analizar patrones y oportunidades en el entorno

La observación no solo implica ver, sino comprender y analizar lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Los innovadores son expertos observadores, capaces de identificar patrones, tendencias emergentes y oportunidades ocultas en su entorno, ya sea en el comportamiento de los consumidores, en la tecnología o en la competencia. Esta habilidad es clave para detectar áreas de mejora y áreas de oportunidad que pueden convertirse en fuentes de innovación. En el contexto organizacional, fomentar la observación significa entrenar a los empleados para ser atentos a los detalles y alentarlos a ver más allá de lo evidente, desarrollando una mentalidad que busque constantemente lo que puede ser mejorado o transformado.

4. Trabajar en Red: Colaborar con personas de diferentes disciplinas y perspectivas

La innovación rara vez surge de un solo individuo trabajando de forma aislada. Es un proceso social y colaborativo, y la habilidad de trabajar en red es crucial. Esta habilidad implica no solo compartir ideas dentro del equipo, sino también colaborar con personas fuera de los círculos habituales de trabajo. Involucrar a personas de diferentes disciplinas, culturas y perspectivas puede llevar a enfoques frescos y a soluciones más diversas. Las redes permiten el intercambio de conocimiento, experiencias y conocimientos técnicos que, al ser combinados, pueden dar lugar a innovaciones significativas. Fomentar una cultura de trabajo en red dentro de la organización ayuda a romper silos y crea un ambiente de aprendizaje continuo.

5. Experimentar: Probar, aprender del error y ajustar rápidamente

La experimentación es una habilidad fundamental para cualquier innovador. A menudo, las mejores ideas surgen del proceso de prueba y error, donde los fracasos no se ven como obstáculos, sino como oportunidades de aprendizaje. Los innovadores exitosos son aquellos que están dispuestos a experimentar, probar nuevas ideas, iterar sobre ellas y ajustar rápidamente basándose en los resultados. En un entorno organizacional, esto significa crear un espacio donde los empleados no teman al fracaso, sino que lo vean como una parte natural del proceso de innovación. Las organizaciones que fomentan la experimentación promueven una mentalidad ágil, flexible y adaptativa que es clave para mantenerse competitivas en un mundo en constante cambio.

GENERANDO ENTORNOS LABORALES QUE PROPICIEN LA INNOVACIÓN

¿Cómo pueden las organizaciones construir espacios que fomenten la innovación?

La innovación se ha convertido en un factor crucial para el éxito, no solo como una herramienta para el desarrollo de nuevos productos o servicios, sino como un motor clave para la mejora continua de procesos y la resolución creativa de desafíos. Sin embargo, la innovación no ocurre de manera espontánea; requiere ser cultivada en un ambiente que la favorezca y la impulse.

Entonces, ¿Cómo pueden las organizaciones construir espacios que fomenten la innovación? La respuesta radica en la creación de entornos laborales que promuevan la colaboración, la seguridad psicológica y el aprendizaje continuo, donde las ideas puedan ser compartidas sin miedo al juicio y donde cada miembro del equipo se sienta empoderado para explorar nuevas posibilidades. Estos espacios deben ser diseñados no solo para inspirar creatividad, sino también para permitir la experimentación, el intercambio de conocimientos y la integración de perspectivas diversas. En este contexto, la innovación no solo es un resultado, sino un proceso dinámico que nace de la interacción constante entre las personas, las ideas y los recursos disponibles. Analicemos los conceptos en detalle:

Según Amy Edmondson, “los equipos innovadores son aquellos donde las personas se sienten seguras para compartir ideas y cometer errores”. Un entorno que promueva la apertura y el aprendizaje fomenta la creatividad colectiva.

Estudios recientes muestran que las empresas que consideran los errores como oportunidades de mejora tienen un 30% más de probabilidad de innovar exitosamente (Harvard Business Review, 2024). En palabras de Thomas Edison: “No fallé, solo descubrí 10,000 formas que no funcionaban.”

Los equipos diversos en experiencia, cultura y perspectiva tienden a generar soluciones más disruptivas. Como afirma Richard Florida en La clase creativa, “las ciudades y organizaciones que fomentan la diversidad son el caldo de cultivo de la innovación”.

Fomentar la inteligencia generativa colaborativa aparte de ser una estrategia para impulsar la innovación; es una necesidad urgente y fundamental en el hoy. En este contexto, las organizaciones ya no pueden depender únicamente de soluciones tradicionales o enfoques rígidos. La plasticidad conductual, que nos permite adaptarnos y encontrar soluciones flexibles ante los cambios, juega un papel crucial. La colaboración, por su parte, asegura que la inteligencia colectiva se potencie, pues las ideas más disruptivas y eficaces surgen cuando los individuos se unen, compartiendo perspectivas diversas y generando sinergias. Finalmente, adoptar una visión generativa del cambio, en la que cada miembro del equipo es consciente de que no solo responde a un entorno, sino que también lo crea activamente, se convierte en un motor de transformación constante.

La innovación deja de ser solo una meta a alcanzar para convertirse en un proceso dinámico y continuo. Es un viaje colectivo que no puede ser liderado solo desde arriba o desde un enfoque aislado; requiere la participación activa de todos los miembros del equipo, quienes deben ser capacitados y motivados para generar ideas, experimentar y aprender constantemente. La clave está en cómo los líderes, en lugar de simplemente exigir innovación, deben inspirar a sus equipos a tomar riesgos calculados, a desafiar el statu quo y a construir colectivamente un futuro en el que todos tengan un papel que jugar.

La innovación reside en las tecnologías que desarrollamos, en la forma en que nos organizamos, nos relacionamos y afrontamos los desafíos. Un entorno que fomente la apertura al error, el aprendizaje constante y la experimentación se convierte en el terreno fértil donde florecen las mejores ideas. En lugar de ver los obstáculos como barreras, debemos aprender a verlos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.

Si queremos que nuestras organizaciones no solo sobrevivan, sino que prosperen debemos invertir en la creación de culturas laborales que gestionen el cambio y lo impulsen activamente. La pregunta no es si debemos innovar, sino cómo podemos transformar nuestra manera de pensar, de trabajar y de interactuar para construir el futuro que deseamos, un futuro lleno de posibilidades ilimitadas.

¿Estás listo para transformar tu entorno laboral en un espacio de innovación continua? La innovación es un viaje sin fin, y es momento de comenzar a caminar ese camino juntos, construyendo un futuro más sostenible, dinámico y colaborativo.

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