Liderazgo

| LECTURA DE 3 MIN.

La plasticidad conductual como clave para adaptarse y liderar en tiempos de cambio

Escrito por Lorena Retamal

octubre 30, 2024

Speaker Internacional & Formadora & Coach Senior & Consultora & Docente Postgrado

Founder & Director Center for Cultural Transformation and Leadership

Cuando en la primavera de 1924 se estrenó «Las manos de Orlac», una obra maestra del cine expresionista, el público austriaco quedó tan impactado que, al final de la proyección, se escucharon gritos de protesta. Conrad Veidt, el protagonista, tuvo que subir al escenario para calmar a la audiencia y explicar cómo se había llevado a cabo la filmación. Con su imponente presencia y voz, Veidt logró tranquilizar a los espectadores, quienes se habían exaltado profundamente con esta película muda.

Las manos de Orlac relata la historia de un talentoso pianista que, tras perder sus manos en un accidente de tren, recibe el trasplante de las manos de un asesino recientemente ejecutado. Orlac, el pianista, comienza a sentir que las manos trasplantadas le dominan, impulsándolo a cometer crímenes. Su médico le asegura que, mediante su fuerza de voluntad, podrá resistir los impulsos criminales de sus nuevas manos. La película dramatiza con intensidad el conflicto entre el poder de una parte del cuerpo, las manos, y la fuerza de voluntad que debería guiar la conciencia de Orlac. A medida que la historia progresa, Orlac siente que las manos han tomado control sobre su mente. Cuando su odiado padre es asesinado, el pianista está convencido de que fue él quien le propinó la puñalada fatal, aunque no tiene recuerdos claros del acto. Es como si la brutal influencia de estas manos implantadas fuera capaz de dominar su mente.

La película «Las manos de Orlac» ofrece una narrativa que nos invita a  explorar el concepto de plasticidad conductual, que se refiere a la capacidad del ser humano para generar cambios en  su comportamiento surgiendo contingentemente con la historia de interacciones del organismo que integra.

SISTEMAS VIVOS Y ESTRUCTURALMENTE DETERMINADOS

Según Maturana, desde una perspectiva biológica, los sistemas vivos son sistemas estructuralmente determinados. Esto significa que todo lo que ocurre en ellos sucede en cada momento como parte de su dinámica estructural y está determinado por su estado en ese instante. En consecuencia, cualquier cambio estructural que un sistema vivo experimenta debido a sus interacciones con el ambiente no es producto de los agentes externos, aunque el observador los perciba como actuando sobre él, sino que está regido por la propia dinámica estructural del organismo.

Así, en su interacción con el entorno, un sistema vivo responde a aquellos agentes externos que su estructura le permite captar y especificar. El cambio estructural del organismo sigue un curso independiente de la interpretación del ambiente hecha por un observador, y es contingente respecto a su interacción estructural específica con el entorno en el que vive.

Según Maturana, los sistemas vivos, al igual que todos los sistemas, son entidades compuestas y estructuralmente determinadas que existen en dos dominios fenoménicos sin intersección:

Dado que estos dos dominios fenoménicos (Perteneciente o relativo al fenómeno como apariencia o manifestación de algo.) no se interceptan, no es posible reducir fenomenológicamente uno al otro. En un sistema vivo, estos dominios corresponden a la anatomía y fisiología, por un lado, y al dominio de la conducta por otro.

Entonces, la idea de Maturana sobre los sistemas vivos como estructuralmente determinados se relaciona con la plasticidad conductual en el sentido de que ambos conceptos exploran cómo los organismos responden y se adaptan a su entorno sin estar directamente controlados por él. Para Maturana, un organismo cambia estructuralmente en respuesta a su interacción con el ambiente, pero estos cambios son determinados internamente, en función de la estructura y organización del organismo en ese momento, y no simplemente por estímulos externos.

¿QUÉ ES LO QUE CONSERVAMOS EN CADA UNA DE LAS ETAPAS DEL CAMBIO?

El hecho de que los seres humanos estemos en constante cambio se interpreta como parte de nuestra naturaleza autopoiética: somos sistemas vivos que se autogeneran y autoconstruyen a partir de la interacción continua con el entorno. La autopoiesis implica que en cada momento el organismo está en un proceso de renovación, reorganización y adaptación estructural en respuesta a las experiencias, pero siempre dentro de los límites de su propia organización interna.

La pregunta de qué es lo que se conserva en cada etapa del cambio la podemos abordar a través del concepto de estructura y organización. Lo que permanece a lo largo del cambio es la ORGANIZACIÓN DEL SISTEMA, que define su identidad y su modo de existir. Esta organización es la configuración que permite al sistema ser lo que es: un ser humano, un individuo con una identidad propia. La ESTRUCTURA, en cambio, es la disposición específica de los componentes en un momento dado, y esta cambia constantemente en función de nuestras experiencias, aprendizajes y adaptaciones.

Por lo tanto, lo que se conserva en cada etapa es esa organización que asegura nuestra continuidad como seres humanos y nuestra identidad individual, incluso cuando nuestra estructura (biológica, emocional y cognitiva) está en constante transformación. Así, la biología del conocimiento sugiere que nuestra identidad es una coherencia dinámica: un equilibrio entre el cambio y la conservación, donde lo que permanece es nuestra capacidad de seguir siendo «nosotros mismos» a través de una red de relaciones y experiencias que se adaptan, pero no destruyen nuestra esencia organizativa.

«No es la permanencia de lo que somos lo que define nuestra identidad, sino la conservación de nuestra organización en el fluir de nuestras transformaciones” – Humberto Maturana.

DIRIGIR DESDE LA SINAPSIS

Pascual-Leone, Catedrático de Neurología en la Facultad de Medicina de Harvard, define liderazgo como “la habilidad de articular una visión, o sea, un propósito vital y andar hacia ella con decisión y con coraje, para que otros se inspiren y puedan ellos mismos aspirar a metas mayores”. Esta definición de liderazgo nos lleva a considerar cómo un cerebro saludable influye en nuestra capacidad para liderar, ya sea un equipo o un proyecto y, lo más importante, define nuestra capacidad de ADAPTACIÓN.

La plasticidad conductual es fundamental para el liderazgo, ya que facilita que los líderes se ajusten a los cambios y desarrollen nuevas habilidades a lo largo de su vida. Como menciona Pascual-Leone, “el esfuerzo es lo que cambia el cerebro”, lo que sugiere que, con motivación y el deseo de aprender, todos podemos ser arquitectos de nuestro propio cerebro. Este principio se aplica también al liderazgo, ya que aquellos que buscan mejorar sus capacidades pueden lograrlo a través de la práctica consciente y el aprendizaje continuo.

LOS 6 PILARES DE UN CEREBRO SANO:
Existen seis pilares fundamentales para preservar la plasticidad cerebral y mejorar la salud cognitiva general y que impactan en nuestro liderazgo:
1. Nutrición: Una dieta equilibrada es esencial para el funcionamiento cerebral óptimo.
2. Ejercicio físico: Mantenerse físicamente activo mejora la circulación sanguínea y reduce el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
3. Relaciones sociales: mantener relaciones sociales fuertes protege la salud cerebral y el deterioro cognitivo.
4. Sueño: Durante el descanso, el cerebro consolida la información adquirida y se regenera.
5. Propósito vital: Pascual-Leone señaló que este es el pilar más importante. Tener un propósito claro no solo nos motiva, sino que también “media el efecto de todos los demás” pilares.
6. Ejercicio cognitivo: El aprendizaje continuo y la estimulación mental son fundamentales para mantener la plasticidad cerebral.

IMPORTANCIA DEL COACHING EN LA PLASTICIDAD CONDUCTUAL

La relevancia del coaching en la plasticidad conductual radica en su capacidad para facilitar el cambio y la adaptación personal y profesional. A continuación, se destacan algunos puntos clave sobre cómo el coaching se relaciona con este concepto:

1. Fomento del aprendizaje y el cambio

El coaching impulsa a las personas a identificar y superar patrones de comportamiento limitantes. A través de preguntas poderosas y reflexiones guiadas, los coaches fomentan un entorno de aprendizaje que promueve la adaptación y el crecimiento, lo que está en línea con la idea de la plasticidad conductual, donde los individuos pueden modificar su comportamiento en respuesta a nuevas experiencias.

2. Desarrollo de nuevas habilidades

El proceso de coaching proporciona las herramientas y estrategias necesarias para que las personas desarrollen nuevas habilidades y enfoques. Esto es fundamental para la plasticidad conductual, ya que la adquisición de nuevas competencias puede alterar y enriquecer el repertorio de respuestas de un individuo, permitiéndole adaptarse mejor a diferentes situaciones.

3. Aumento de la conciencia y la reflexión

El coaching promueve la autorreflexión, lo que permite a las personas tomar conciencia de sus pensamientos, emociones y comportamientos. Esta mayor conciencia es crucial para la plasticidad conductual, ya que comprender las propias reacciones y motivaciones puede llevar a un cambio significativo en la forma en que se responde a los desafíos y oportunidades.

4. Establecimiento de metas y motivación

El coaching ayuda a los individuos a establecer metas claras y alcanzables, lo que aumenta la motivación para el cambio. La plasticidad conductual se alimenta de este impulso, ya que un mayor compromiso con los objetivos personales puede conducir a un esfuerzo continuo por adaptarse y mejorar.

5. Reducción de la resistencia al cambio

El coaching puede ser instrumental para reducir la resistencia al cambio, que a menudo surge del miedo o la falta de confianza. A través de un proceso de apoyo y acompañamiento, los coaches ayudan a las personas a ver el cambio como una oportunidad en lugar de una amenaza, lo que facilita la plasticidad conductual.

6. Creación de un entorno de apoyo

El coaching proporciona un entorno seguro y de apoyo donde los individuos pueden explorar sus desafíos y aspiraciones. Este entorno es fundamental para el aprendizaje y el crecimiento, lo que a su vez refuerza la plasticidad conductual al permitir que las personas experimenten y se adapten sin temor al juicio.

LA GRAN DERIVA DE LA PLASTICIDAD CONDUCTUAL

La deriva de la plasticidad conductual en el contexto de procesos de transformación consciente o aprendizaje se puede entender como el conjunto de cambios en el comportamiento y en la forma de pensar de un individuo que resultan de experiencias intencionales y reflexivas.

1. Adaptación proactiva

La plasticidad conductual se manifiesta en la capacidad de los individuos para adaptarse proactivamente a nuevas situaciones. En un proceso de transformación consciente, las personas no solo reaccionan ante los cambios, sino que también buscan activamente nuevas formas de abordar problemas y retos. Esto implica un aprendizaje intencional que moldea sus comportamientos y reacciones.

2. Reconfiguración de patrones de comportamiento

A través del aprendizaje consciente, los individuos pueden identificar y modificar patrones de comportamiento que ya no les sirven. Este proceso de reconfiguración permite la creación de nuevos hábitos y formas de actuar, ampliando así el repertorio conductual y mejorando la eficacia personal y profesional.

3. Integración de nuevas perspectivas

La transformación consciente también facilita la integración de nuevas perspectivas y enfoques. A medida que las personas aprenden y reflexionan sobre sus experiencias, son más capaces de cuestionar sus creencias y supuestos previos, lo que a su vez enriquece su plasticidad conductual al permitirles adoptar nuevas formas de pensar y actuar.

4. Fortalecimiento de la autoconfianza

El proceso de aprendizaje consciente y la plasticidad conductual están interrelacionados en la medida en que la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos puede aumentar la autoconfianza de una persona. Esta mayor confianza puede motivar a los individuos a experimentar con nuevos comportamientos, lo que a su vez refuerza la plasticidad conductual.

5. Desarrollo de la resiliencia

Los procesos de transformación consciente fomentan la resiliencia, ya que los individuos aprenden a enfrentar y superar obstáculos. La plasticidad conductual, al permitir la adaptación a diversas circunstancias, se convierte en un componente esencial de la resiliencia, ayudando a las personas a gestionar el estrés y la incertidumbre de manera efectiva.

6. Consolidación de aprendizajes

Finalmente, la deriva de la plasticidad conductual se traduce en la consolidación de los aprendizajes a través de la práctica y la repetición. A medida que las personas aplican lo que han aprendido en diferentes contextos, estos nuevos comportamientos se convierten en parte de su repertorio habitual, lo que refuerza su capacidad para adaptarse y evolucionar.

La película Las manos de Orlac y los conceptos de plasticidad conductual, coaching y biología del conocimiento ofrecen un marco poderoso para comprender la naturaleza humana y nuestra capacidad de adaptación. La historia de Orlac, quien lucha por integrar nuevas manos que parecen dominar su voluntad, ilustra el conflicto entre las influencias externas y la autoconciencia. Este dilema es un reflejo de la plasticidad conductual, que permite a las personas ajustar su comportamiento y reconfigurar su identidad en respuesta a experiencias y desafíos.

Desde la perspectiva de Maturana, los sistemas vivos son entidades estructuralmente determinadas, capaces de adaptarse a su entorno sin ser completamente controlados por él. Esta visión resuena con la idea de que, a pesar de los cambios constantes que experimentamos, nuestra organización interna y nuestra identidad permanecen como elementos fundamentales que nos definen. A través del coaching, se potencia esta plasticidad conductual, facilitando el aprendizaje consciente y el desarrollo de nuevas habilidades. Los coaches acompañan a las personas a establecer metas, fomentar la autoconfianza y crear un entorno de apoyo que reduce la resistencia al cambio.

En conjunto, la plasticidad conductual, el coaching y la biología del conocimiento destacan nuestra capacidad para transformarnos, aprender y liderar en un mundo en constante evolución. La verdadera esencia de nuestra identidad se encuentra en la organización que mantenemos, permitiéndonos adaptarnos y ser arquitectos de nuestras propias vidas, incluso cuando enfrentamos cambios significativos. Al final, lo que conservamos en cada etapa de transformación es nuestra capacidad inherente para seguir siendo nosotros mismos, reafirmando nuestra humanidad a través de un proceso dinámico de crecimiento y adaptación.

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