Liderazgo

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«Nosotros los seres humanos estamos en continuo aprendizaje»

Escrito por Lorena Retamal

septiembre 18, 2024

Speaker Internacional & Formadora & Coach Senior & Consultora & Docente Postgrado

Founder & Director Center for Cultural Transformation and Leadership

El aprendizaje es una característica fundamental de nuestra existencia. Desde el momento en que nacemos, comenzamos un proceso continuo de adaptación, exploración y aprendizaje que nos acompañará a lo largo de toda la vida. Si nos preguntamos, ¿Qué significa realmente aprender? ¿Cómo ocurre este proceso en los seres humanos? Para responder adecuadamente a las preguntas, es fundamental reconocer que el aprendizaje se produce tanto a nivel individual como social, a través de las diversas interacciones que cada ser humano experimenta. Desde una perspectiva individual, el proceso de aprendizaje abarca aspectos epistemológicos, mentales (mindset), conversacionales, así como los actos lingüísticos, las emociones, la fisiología y el comportamiento. Además, este proceso está impactado por el contexto cultural en el que nos desenvolvemos.

EMOCIONES Y APRENDIZAJE: UNA RELACIÓN INSEPARABLE

Cuando se habla de aprendizaje, a menudo se piensa en la acumulación de información o en la adquisición de habilidades concretas. Sin embargo, el acto de APRENDER hace referencia a un  cambio de conducta permanente en el tiempo. El aprendizaje ocurre en la convivencia con otros y el entorno, en cada una de las interacciones.

Las emociones juegan un papel clave en la forma en que asimilamos e incorporamos nuevas prácticas. El aprendizaje se funda, en esencia, en un proceso profundamente emocional.

Humberto Maturana destaca que «todo sistema racional se funda en una postura emocional». En otras palabras, nuestras emociones no solo influyen en lo que pensamos, sino también en cómo aprendemos y procesamos el conocimiento. Las emociones, según Maturana, no son solo estados secundarios, sino la base misma sobre la cual construimos nuestras experiencias de aprendizaje. La neurociencia respalda esta afirmación: las emociones afectan tanto nuestra motivación para aprender como nuestra capacidad de retener y llevar a la práctica  lo que estamos conociendo. Un ambiente emocionalmente seguro y estimulante facilita la curiosidad, la apertura mental y la disposición a enfrentar nuevos desafíos, mientras que el miedo, la ansiedad o la sensación de fracaso pueden bloquear el aprendizaje e inhibir nuestra capacidad para adaptarnos a nuevas situaciones.

Como señala Edgar Morin, «el conocimiento no es solo una construcción lógica, sino también una construcción afectiva». Morin sugiere que el acto de aprender está intrínsecamente vinculado con nuestras emociones, lo que nos invita a considerar el aprendizaje como una experiencia total, que va más allá de lo intelectual. Cuando nos sentimos emocionalmente conectados con el contenido o con quienes nos rodean, aprendemos de manera más efectiva. Esto es evidente en diversos entornos, desde el hogar hasta la escuela y el lugar de trabajo.

Un maestro, líder o mentor que logra generar un espacio de confianza, respeto y co-emocionar con el aprendiz, facilitará el aprendizaje mucho más que uno que solo se enfoque en impartir conocimientos de manera estrictamente técnica. Al fin y al cabo, como dice Maturana, “vivimos en redes de conversaciones”, y es en estas conversaciones donde el aprendizaje verdaderamente ocurre.

GENERACIÓN DE SISTEMAS DE APRENDIZAJE

Cuando entendemos cómo ocurre lo humano, estamos en condiciones de generar sistemas de aprendizaje individual y colectivo.

El aprendizaje individual está profundamente ligado a la forma en que cada persona percibe y procesa el mundo, lo que incluye su mentalidad (mindset), sus creencias epistemológicas, sus emociones y su fisiología. Estos factores determinan no solo cómo adquirimos conocimientos, sino también cómo los aplicamos y adaptamos a nuevas situaciones. Al comprender cómo estos elementos influyen en el aprendizaje de cada individuo, podemos crear entornos que favorezcan el crecimiento personal y la transformación.

Por otro lado, el aprendizaje colectivo se nutre de las interacciones sociales y culturales. Al entender cómo las personas se comunican a través de actos lingüísticos, comparten emociones y construyen significado en su contexto cultural, podemos fomentar sistemas de aprendizaje colaborativo. Estos sistemas promueven la co-creación de conocimiento, donde el aprendizaje se ve potenciado por la diversidad de perspectivas y la interacción entre los participantes.

En resumen, cuando somos conscientes de cómo lo humano opera en su totalidad, podemos diseñar sistemas que integren estos elementos para generar procesos de aprendizaje más profundos, significativos y sostenibles, tanto a nivel individual como en comunidad.

EL LENGUAJE COMO HERRAMIENTA DE CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO

Otro aspecto esencial en el proceso de aprendizaje es el lenguaje. El ser humano es una especie social que utiliza el lenguaje no sólo para transmitir información, sino para construir y compartir significados. El aprendizaje humano se produce, en gran medida, a través del lenguaje, ya sea verbal o no verbal.

Humberto Maturana argumenta que «el lenguaje es generativo», lo que significa que no solo describe la realidad que aparece en nuestro vivir, sino que la crea. El lenguaje, entendido como una coordinación de coordinaciones consensuales de haceres, sentires, emociones y relaciones, generamos el mundo que vivimos. Cuando conversamos con otros, estamos intercambiando experiencias y perspectivas que enriquecen nuestra propia comprensión. Decimos que teatro es a actuar como lenguaje es a conversar.

Desde una perspectiva sistémica, Lev Vygotsky (teórico de la psicología del desarrollo, fundador de la psicología histórico-cultural) también destaca el papel del lenguaje en el aprendizaje, sugiriendo que el aprendizaje es un fenómeno esencialmente social, mediado por el lenguaje y la interacción con los demás. Vygotsky afirmaba que el «aprendizaje precede al desarrollo», lo que significa que las interacciones sociales a través del lenguaje son clave para el crecimiento cognitivo. Así, el lenguaje no solo facilita el aprendizaje individual, sino que también impulsa el aprendizaje colectivo, lo que resulta crucial en entornos colaborativos.

LA IMPORTANCIA DEL CONTEXTO SOCIAL Y CULTURAL

El aprendizaje humano no ocurre en un vacío; siempre está mediado por el contexto social y cultural en el que nos desarrollamos. Cada sociedad tiene valores, creencias, normas y formas de interpretar el mundo que influyen directamente en lo que aprendemos y cómo lo hacemos.

El contexto en el que nacemos y crecemos moldea nuestras experiencias de aprendizaje, desde la primera infancia hasta la edad adulta. Este contexto incluye no solo a la familia y la escuela, sino también a los medios de comunicación, las instituciones sociales y las interacciones cotidianas. Según Paulo Freire (pedagogo, educador y filósofo brasileño. Es considerado uno de los pensadores más notables en la historia de la pedagogía a nivel mundial, tanto por su representación de la pedagogía crítica), «el aprendizaje es un acto de creación y recreación, no de transferencia de conocimiento». Este enfoque pone énfasis en el papel activo del aprendiz y en la influencia de su entorno en el proceso educativo. Aprendemos mejor cuando interactuamos y colaboramos dentro de un entorno cultural que da forma a nuestras interpretaciones y entendimientos.

EL APRENDIZAJE COMO PROCESO DINÁMICO Y ADAPTATIVO

Otro elemento central en la forma en que aprendemos los seres humanos es que el aprendizaje no es un proceso lineal, sino dinámico y adaptativo. A medida que interactuamos con nuestro entorno y con otras personas, nuestras ideas y creencias se modifican constantemente. Este proceso de cambio es esencial para nuestra supervivencia y evolución.

Edgar Morin también afirma que «el conocimiento es incierto y evolutivo», lo que nos obliga a estar abiertos al cambio y la adaptación constante. El aprendizaje humano es continuo, y no se limita a los períodos formales de educación. Incluso en la vida adulta, seguimos aprendiendo a través de nuestras experiencias, desafíos y oportunidades. Como sugiere Maturana, el aprendizaje es, en última instancia, una forma de transformación: “Cambiar es aprender”.

En este sentido, el aprendizaje es también un proceso transformador. Aprender implica transformar nuestra manera de ver y de actuar en el mundo. No se trata solo de agregar nuevos conocimientos, sino de generar cambios en nuestra forma de pensar, sentir, actuar y relacionarnos con los demás. Cada experiencia de aprendizaje nos transforma de alguna manera, ya sea sutil o profundamente.

Para entender cómo aprendemos los seres humanos, es importante reconocer que el aprendizaje es mucho más que la adquisición de información. Es un proceso integral, en el que participan nuestras emociones, nuestro lenguaje, nuestras relaciones sociales y el contexto cultural en el que estamos inmersos. Como bien señala Maturana: «Aprender es vivir», y en esa vivencia nos transformamos continuamente.

¿CÓMO APRENDEMOS SEGÚN DIVERSOS ESPECIALISTAS?

En su libro ¿Cómo aprendemos?, Héctor Ruiz Martín manifiesta la relación importante que existe entre los mecanismos cognitivos que controlan la memoria y el aprendizaje y los factores socioemocionales como la motivación y el desempeño. También refleja la importancia del feedback, la evaluación, así como conocer los principios científicos para complementarlos con la experiencia personal y formar el aprendizaje.

El libro del periodista y científico, “Aprender a aprender” nos muestra sencillas estrategias para estimular el aprendizaje o diferentes maneras de aprender. Cambiar de escenarios, distraerse cada cierto tiempo, soñar despiertos, son expresiones naturales que promueven la creatividad y la retención.

Aprendemos en la medida en que nos conectamos emocionalmente con el contenido y con las personas que nos rodean; en la medida en que podemos conversar y construir significados compartidos; y en la medida en que somos capaces de adaptarnos y transformarnos a través de nuestras experiencias.

Aprender es un acto de transformación. Nos permite no sólo adquirir nuevas habilidades y conocimientos, sino también desarrollar una nueva forma de estar en el mundo. Como señala Jerome Bruner, psicólogo, profesor y pedagogo estadounidense que hizo importantes contribuciones a la psicología cognitiva y a las teorías del aprendizaje dentro del campo de la psicología educativa, aclara que «El aprendizaje es un proceso activo en el que los aprendices construyen nuevas ideas o conceptos basados en el conocimiento actual o pasado». Y este proceso nunca se detiene; como seres humanos, estamos siempre aprendiendo, siempre transformándonos, siempre creciendo.

«Aprender es vivir»

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